Al igual que debemos proteger nuestra piel del sol, también es importante proteger nuestros ojos. Los rayos ultravioletas pueden dañar seriamente nuestra vista llegando a poder provocar desde una conjuntivitis aguda hasta cáncer de ojo, además de cataratas, quemadura en la córnea, entre otros. Es por ello que debemos ser conscientes y tener en cuenta cómo proteger nuestros ojos del sol.
En primer lugar, debemos asegurarnos de que la montura de nuestras gafas sea la adecuada. La mayoría de monturas pueden ayudar a bloquear los rayos que entran a través de las lentes, pero también, hay algunos otros estilos de montura que no impiden que los rayos del sol entren por los lados y las partes superiores e inferiores de las gafas.
Una de las soluciones más rápidas para proteger nuestros ojos del sol es llevar sombrero o gorra. De esta manera, además de proteger tus ojos, también te protegerás la cara y el pecho evitando las quemaduras. Llevar este tipo de protección ayuda a bloquear la luz solar que llega a nuestros ojos y, es por ello que, puedes llevarlo como protección añadida a otras medidas siempre que quieras.
Por otro lado, tampoco debemos subestimar la luz reflejada. La luz que se refleja sobre la arena, la nieve o la espuma del mar intensifica la exposición del sol. Para hacernos una idea, la nieve refleja el 80% de los rayos solares, el agua un 20% y la arena entre un 10 y un 25%. Por esta razón, debemos prestar especial atención al cuidado de nuestros ojos cuando estemos en la playa o esquiando.
Otro factor importante es que no debemos quitar importancia a los días nublados o lluviosos. Aunque estemos acostumbrados a tomar precauciones únicamente los días de sol, tenemos que tener presente que los rayos ultravioletas también pueden dañar los ojos en los días más nublados. Así pues, debemos protegerlos en todo momento. Además, es de gran ayuda saber que el sol está en su punto más fuerte entre las 12h y las 14h. Por eso hay que tener en cuenta la hora del día.
Por último, para proteger nuestros ojos es esencial mantener una higiene y limpiarlos con frecuencia. Las cremas solares, la arena o el viento provocan irritación y resecan los ojos. Una opción para hidratar bien la superficie ocular es usar lágrimas artificiales.